La prima de riesgo de la deuda española se dispara y ha sobrepasado por segunda vez los 400 puntos. La presión de los especuladores bursátiles sobre nuestra economía va en aumento y en el momento de escribir estas líneas Zapatero sigue reunido para ver que hace, si es que realmente puede hacer algo. La cosa está jodida, más jodida de lo que estaba hacer una semana y uno se pregunta si este país es un barco que zozobra en un mar tempestuoso o una simple tabla sin gobierno en el vaivén de las olas.

A favor de esta última tesis parece apuntar la circunstancia de que en realidad lo decisivo de este repunte de la crisis está en los problemas de la economía norteamericana, problemas que ni ha planteado Zapatero ni que desde luego están llamados a resolver ni éste, ni Rajoy ni Rubalcaba. También vendría a corroborar el carácter exógeno de esta fenomenología del caos el que a Italia le está pasando tres cuartos de lo mismo. En sendos casos lo que se ve es que los inversores prefieren más, bastante más, anormalmente más, comprar los bonos a 10 años de un país considerado estable y seguro, país que en este caso es Alemania.

Habría que preguntarse si los inversores internacionales conocen o han tenido alguna vez interés en conocer los pormenores de la política económica de Zapatero, si es que alguna vez la hubo, incluyendo todo el rollo de los tests de estrés de las entidades financieras españolas. Creo que no. Los grandes lobbys económicos que rigen el capitalismo internacional, que manipulan los mercados y que arruinan a los ciudadanos no tienen ni puta idea de la economía española e incluso creo que en su mayoría serían incapaces de situar España en el mapa. Se la repampinfla. Y se la repampinfla porque no les hace falta para obtener unos beneficios que serán tanto más pingües cuanto más alboroto y más mamoneo (y por tanto más ignorancia) invada los mercados. Así en estos momentos la pamplina de la prima de riesgo mutante, que pasa de 400 a 380 en cuestión de minutos, habrá convertido en un poquito más multimillonarios a los multimillonarios que a primera hora de la mañana hicieron lo posible para que se pegase el susto. Seguro, seguro, que unos cuantos dormirán esta noche más ricos. Bastante más ricos.

Hay que decir claro que el gobierno español no se enfrenta sobre todo a un déficit que trae causa de sus propios males sino a la usura especuladora de una maquinación internacional. Es como el problema de un tio que debe dinero y como no sabe como hacer frente a la deuda recurre a una organización mafiosa que le cobra un interés abusivo y usurario so riesgo de romperle las piernas o algo peor. Es decir: el problema no es sólo como pagar la deuda sino muy especialmente como hacer frente a esos intereses usurarios y evitar que te rompan las piernas. O que te rescaten (que igual fijate tú que viene a ser lo mismo).

Evidentemente hay que apretarse el cinturón. Hay que gastar menos. Por ejemplo se puede rogar a su Santidad el Papa que postergue su visita a España para tiempos de mayor bonanza económica. También puede postergarse el fichaje de Cesc. Por ejemplo. Pero el cauce en el que debe ubicarse el desenvolvimiento de la solución al problema de los impagos es otro. En primer lugar superando la política de parches y recortes y elaborando una política integral de saneamiento de la gestión económico financiera del Estado. En segundo lugar y puesto que estamos en la zona euro haciendo que el Banco Central Europeo juegue de verdad el papel que en otras circunstancias habría jugado el Banco de España.

Finalmente hay que tener la entereza de no perder los estribos: por mala que sea la gestión de un barco siempre es mejor un tio en el timón de un barco que zozobra que una tabla dando vueltas indiscriminadamente a merced del oleaje. Frente al causalismo de los mercados financieros hay que levantar la bandera de un finalismo consecuente. Sea por unos, sea por otros o mejor aún sea por todos.